El aporte adecuado de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (AGPI-CL) Omega-3 es esencial para el funcionamiento cerebral: incrementan la fluidez de las membranas neuronales y algunos (mayormente, AA y EPA) actúan como segundos mensajeros en los sistemas de neurotransmisión, además de contribuir en muchos otros aspectos de la función neuronal.
El DHA está implicado en la mielinización y es importante en la eficiencia sináptica (y en la velocidad de la transmisión), lo que podría aumentar la eficiencia en el procesamiento de la información. Los efectos de los AGPI-CL Omega-3, especialmente el DHA, en el desarrollo y percepción visual e, incluso, en la dislexia, pueden estar relacionados con el hecho de que mejoran la función fotorreceptora de los bastones y la agudeza visual y aseguran el normal desarrollo de la retina en humanos. Los potenciales evocados visuales en los niños pueden ser mejorados con suplementación de AGPI-CL Omega-3.
En relación a la memoria, en investigación con animales se ha observado que el DHA afecta significativamente el desarrollo neuronal del hipocampo y la función sináptica en el hipocampo en desarrollo: en neuronas suplementadas con DHA, la actividad sináptica espontánea es significativamente mayor, y los fetos de rata privados de DHA muestran inhibición del crecimiento y la sinaptogénesis en las neuronas del hipocampo. Estos hallazgos pueden explicar la mejoría de los procesos cognitivos tras suplementación con DHA y por qué la deficiencia de AGPI-CL Omega-3 en la dieta se asocia con déficit en el aprendizaje. La velocidad con la que la información es percibida y adquirida depende, hasta cierto punto, de la presencia del DHA.
El DHA está implicado en la mielinización y es importante en la eficiencia sináptica (y en la velocidad de la transmisión), lo que podría aumentar la eficiencia en el procesamiento de la información. Los efectos de los AGPI-CL Omega-3, especialmente el DHA, en el desarrollo y percepción visual e, incluso, en la dislexia, pueden estar relacionados con el hecho de que mejoran la función fotorreceptora de los bastones y la agudeza visual y aseguran el normal desarrollo de la retina en humanos. Los potenciales evocados visuales en los niños pueden ser mejorados con suplementación de AGPI-CL Omega-3.
En relación a la memoria, en investigación con animales se ha observado que el DHA afecta significativamente el desarrollo neuronal del hipocampo y la función sináptica en el hipocampo en desarrollo: en neuronas suplementadas con DHA, la actividad sináptica espontánea es significativamente mayor, y los fetos de rata privados de DHA muestran inhibición del crecimiento y la sinaptogénesis en las neuronas del hipocampo. Estos hallazgos pueden explicar la mejoría de los procesos cognitivos tras suplementación con DHA y por qué la deficiencia de AGPI-CL Omega-3 en la dieta se asocia con déficit en el aprendizaje. La velocidad con la que la información es percibida y adquirida depende, hasta cierto punto, de la presencia del DHA.
Funciones cognitivas en adultos
La suplementación con ácidos grasos Omega-3 (1600 mg EPA y 800 mg DHA/día) en adultos (edad media de 33 años) provoca una mejoría en la atención sostenida, reduce los errores en los tests de atención y provoca mejoría en los tiempos de reacción medidos mediante EMG (electromiografía).
La ingesta de aceite de pescado tiene un efecto protector sobre el deterioro cognitivo asociado a la edad en pacientes de 65 años de edad o mayores. Comparado con las personas que consumían menos de una ración de pescado por semana, que tenían un deterioro de la función cognitiva de -0,1 unidades estándar/año, los que consumían una ración de pescado a la semana tenían un 10% menos de deterioro, y en los que consumían 2 o más raciones a la semana la reducción era del 13%.
Los estudios epidemiológicos realizados en la última década han demostrado que las personas con mayores ingestas de DHA y EPA tienen riesgo relativo menor de incidencia y progresión de demencia. Las personas con un consumo medio de 400 mg de Omega-3 al día tienen un menor deterioro cognitivo que aquellos que consumen una media de 20 mg/día.
Las personas con enfermedad de Alzheimer tienen una menor concentración de ácidos Omega-3 en sus neuronas. Se ha propuesto que el consumo en la dieta de Omega-3 puede reducir los procesos inflamatorios causantes de los cambios neurodegenerativos que se dan en el Alzheimer.
Morris y col. encontraron que las personas que consumen pescado una vez por semana tienen un 60% de menor riesgo de padecer enfermedad de Alzheimer.
En pacientes con enfermedad de Alzheimer, el consumo de ácidos grasos Omega-3 (1700 mg DHA y 600 mg EPA/día durante 6 meses) ayuda a mejorar la función cognitiva y a enlentecer el declive cognitivo.
Funciones cognitivas en niños
El consumo de pescado por la madre durante el embarazo da como resultado una mejor memoria visual de reconocimiento de cosas nuevas y unos mayores resultados de las puntuaciones de inteligencia verbal o lingüística en niños incluso después de los 8 años de edad.
El consumo materno de suplementos con 1200 mg de DHA y 800 de EPA está asociado a unas puntuaciones superiores en los tests de inteligencia infantiles estandarizados.
Una ingesta subóptima de pescado por las madres, por debajo de 340 mg/sem, se asocia a niños situados en el cuartil inferior en inteligencia verbal y en menores puntuaciones en las puntuaciones sobre comportamiento prosocial, movimientos motores, comunicación y desarrollo de habilidades sociales.
Los AGPI-CL Omega-3 también pueden ser beneficiosos en niños con dificultades del aprendizaje, ayudando a mejorar la velocidad de lectura en niños que padecen dislexia.
FUENTE:
Expertoenomega3.es
La suplementación con ácidos grasos Omega-3 (1600 mg EPA y 800 mg DHA/día) en adultos (edad media de 33 años) provoca una mejoría en la atención sostenida, reduce los errores en los tests de atención y provoca mejoría en los tiempos de reacción medidos mediante EMG (electromiografía).
La ingesta de aceite de pescado tiene un efecto protector sobre el deterioro cognitivo asociado a la edad en pacientes de 65 años de edad o mayores. Comparado con las personas que consumían menos de una ración de pescado por semana, que tenían un deterioro de la función cognitiva de -0,1 unidades estándar/año, los que consumían una ración de pescado a la semana tenían un 10% menos de deterioro, y en los que consumían 2 o más raciones a la semana la reducción era del 13%.
Los estudios epidemiológicos realizados en la última década han demostrado que las personas con mayores ingestas de DHA y EPA tienen riesgo relativo menor de incidencia y progresión de demencia. Las personas con un consumo medio de 400 mg de Omega-3 al día tienen un menor deterioro cognitivo que aquellos que consumen una media de 20 mg/día.
Las personas con enfermedad de Alzheimer tienen una menor concentración de ácidos Omega-3 en sus neuronas. Se ha propuesto que el consumo en la dieta de Omega-3 puede reducir los procesos inflamatorios causantes de los cambios neurodegenerativos que se dan en el Alzheimer.
Morris y col. encontraron que las personas que consumen pescado una vez por semana tienen un 60% de menor riesgo de padecer enfermedad de Alzheimer.
En pacientes con enfermedad de Alzheimer, el consumo de ácidos grasos Omega-3 (1700 mg DHA y 600 mg EPA/día durante 6 meses) ayuda a mejorar la función cognitiva y a enlentecer el declive cognitivo.
Funciones cognitivas en niños
El consumo de pescado por la madre durante el embarazo da como resultado una mejor memoria visual de reconocimiento de cosas nuevas y unos mayores resultados de las puntuaciones de inteligencia verbal o lingüística en niños incluso después de los 8 años de edad.
El consumo materno de suplementos con 1200 mg de DHA y 800 de EPA está asociado a unas puntuaciones superiores en los tests de inteligencia infantiles estandarizados.
Una ingesta subóptima de pescado por las madres, por debajo de 340 mg/sem, se asocia a niños situados en el cuartil inferior en inteligencia verbal y en menores puntuaciones en las puntuaciones sobre comportamiento prosocial, movimientos motores, comunicación y desarrollo de habilidades sociales.
Los AGPI-CL Omega-3 también pueden ser beneficiosos en niños con dificultades del aprendizaje, ayudando a mejorar la velocidad de lectura en niños que padecen dislexia.
FUENTE:
Expertoenomega3.es